Aquel día me habían llamado muy tarde del trabajo. Serían las 10 y media o las 11 de la noche cuando vi en la pantalla de mi teléfono móvil el número de mi jefe. ¡Que coño querrá a estas eras el muy...! Pensé para mis adentros. La verdad es que ya estoy curado de espanto.
Cuando eres administrador de sistemas informáticos es muy normal recibir llamadas a deshoras. Internet tiene que funcionar las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año. En la pequeña empresa de servicios informáticos para la que trabajo subsistimos garantizando que los sistemas otras empresas, que tienen su negocio en la web, funcionan todo el tiempo.
Sin embargo, siempre da coraje recibir este tipo de llamadas, porque no suelen ser portadoras de buenas noticias. Así que, tras soltar una pequeña maldición, más como desahogo por mi mala suerte que porque realmente tuviera algo en contra de mi jefe, con el que llevo trabajando varios años y lo considero mi amigo, si uno puede ser amigo de su jefe, atendí la llamada.
Tenía que salir como fuera al día siguiente, de Madrid a Barcelona, da igual si en avión, en tren, o en coche, y acudir a las oficinas de un importante cliente, dedicado a buscar y comparar el precio de habitaciones de hotel de entre varios mayoristas. Nosotros normalmente trabajamos de forma remota, pero esta vez la catástrofe había sido importante, y no había forma de acceder a los servidores desde Madrid.
¡Ironías de la vida! Nuestro cliente es un comparador de hoteles, y no hay cosa que yo odie más en esta vida que pasar la noche en una habitación de hotel. Normalmente, siempre intento buscar una combinacińo de viajes que me permita ir y volver en el mismo día. Per esta vez, ni el problema era de los que se pueden resolver en un día, ni había margen de maniobra. Tendría que quedarme en algún hotel.
¡Maldición! ¡Y no será porque mi empresa nos trate mal! Aunque se trate de una compañía pequeña, las dietas son generosas, y cuando teneos que viajar lo hacemos siempre en AVE o en avión, y nos alojamos en hoteles de primera clase.
De hecho, a los 15 minutos de haber colgado a mi jefe, ya tenía el billete de AVE comprado, solo de ida, y había reservado una habitación en uno de los hoteles que la cadena NH tiene en Barcelona. Sin embargo, el hecho de tener que dormir en un hotel hizo que no pudiera dormir aquella noche.
Te estarás preguntando, querido lector, ¿por qué tanta fobia a pasar una noche en una habitación de hotel?
¡Las noches se me hacen eternas! Las habitaciones de hotel son lo menos personal que te puedes encontrar en este mundo. Vista una, vistas todas. El mismo mueble escritorio, con el mismo portafolio sobre él, la misma televisión con los mismos canales sintonizados y el mismo canal de taquilla, el mismo minibar, la misma almohada dura, la misma colcha áspera y gruesa... El caso es que yo no duermo en los hoteles, paso largas vigilias. Es como si tu vida fuese igual a la del protagonista de la película "El maquinista" por una noche...
¿Si mi estancia en el hotel se prolongase varias semanas, acabaría igual que Christian Bale en esa película?
¿Las largas noches de insomnio de vivir en un hotel me harían acabar igual que Christian Bale?
El caso es que el ajetreo del día siguiente me evadió de todos estos pensamientos obsesivos. Improvisé rápidamente una maleta, sin saber los días que iba a pasar en Barcelona, y al día siguiente partí en AVE, tomé un taxi al llegar y me trasladé directamente a las oficinas de nuestro cliente sin tan siquiera pasar por el hotel. Allí, problemas y más problemas, de carácter técnico, y no ten técnico por la presión y el estrés que me trasladaba nuestro cliente, hicieron que el día pasase a toda velocidad.
Llegaron las 10 de la noche, y mi cabeza ya no daba más de sí. Aquel día había comido un bocadillo de la máquina de vending, y había tomado mucho café y coca cola. Ya no podía más. Habiá conseguido levantar la web de nuestro cliente, había parado la sangría. En Internet, cada minuto caído es mucho dinero perdido. Pero todo estaba cogido con alfileres. Al día siguiente intentaría tenerlo todo arreglado.
Así que llegó el momento fatídico: tuve que ir a mi hotel a intentar descansar para volver a la faena el día siguiente. ¡Nunca pude pensar que esta tortura en realidad me iba a llevar a la mejor experiencia de mi vida!
Cuando me bajé del taxi que me llevó al hotel desde las oficinas donde había estado trabajando, un chico que iba repartiendo publicidad me entrego una pequeña tarjetita. La guardé en el bolsillo de mi pantalón sin prestar especial atención, pero no la tiré por pudor y respeto hacia el chico. ¡Yo quejándome de que llevaba todo el día trabajando, y el todavía lo estaba haciendo!
Tras hacer el checkin, sacar de la maleta mi pijama y tomar una ducha, empezó mi noche de vigilia. Siempre igual. Empezaba haciendo zapping. Ningún canal llamaba mi atención más de 1 minuto. Cogía el móvil y empezaba a hacer un rastreo de las portadas de los principales periódicos de Internet: que si Pedro Sanchez, que si Albert Rivera...Abro Twitter: bronca y más bronca.
Saco la tablet y la conecto a la WiFi del hotel. A ver como está mi lista de Netflix...Paso: tengo tantas series en mi lista que ni en 2 vidas me daría tiempo de verlas todas. De repente ,me acordé de la tarjeta que me había dado aquel chico en la entrada del hotel. ¿Qué sería?
Al quitarme la ropa, había vaciado los bolsillos y depositado su contenido sobre la mesa. La tomé entre mis dedos y vi que venía solamente la dirección de una página web:
lavieenrose.es ¿Qué será? Abro la web desde el navegador de mi móvil y veo que es una agencia de escorts en Barcelona. El diseño es muy atractivo y bien cuidado (deformación profesional, me gano la vida haciendo y administrando páginas webs), y las chicas parecen tener muchiśima clase...De repente, me vino un pensamiento, una tentación ¿Por qué no?
Empiezo a ver chicas...todas son precisosas, elegantes, sensuales. Junto a la página dedicada a cada chica hay dos botones bien visibles: uno de color rojo donde pone llamar, y otro de color verde donde pone "Whatsapp". Nunca me había atrevido, pese a que siempre lo había deseado, a pasar una noche con una chica de compañía.
Mi natural pudor me impidió llamar, pero sí que me atreví a pulsar el botón verde "Contactar por Whatsapp". Cuando pulsé el botón verde, se abrió el whatsapp con el mensaje "Hola Desiree, te he visto en la vie en rose y me gustaría quedar contigo".
¡Mi sorpresa fue cuando menos de 2 minutos después me había contestado! Me escribió: "Ahora mismo estoy libre, ¿me invitas a tomar una copa?".
Media hora después, tras vestirme apresuradamente y ponerme lo más elegante que la típica ropa casual que solemos usar los informáticos me permitió, estaba esperándola en un pub que había a dos calles del hotel. De repente, llegó ella. Vestía un ceñido vestido negro, con un escote generoso pero con clase, y unos zapatos de tacón de aguja. La invité a una copa, y entablamos una conversación super animada.
¡Diseree, si ese era su verdadero nombre, era encantadora! Me dijo que era una estudiante rusa, que estaba terminando un grado de Económicas y Derecho en una prestigiosa universidad catalana. Era culta, divertida, y con mucha clase. Así que, cuando me preguntó, tras la segunda copa, si no le iba a enseñar donde me alojaba, ni me lo pensé por un segundo.
Aquella noche fue la mejor de mi vida. Desde luego, cuando pensé en la larga vigilia que me iba a esperar en aquella habitación de un hotel NH al reservar la estancia, nunca me pude figurar que iba a ser de esa manera. Cariñosa y sensual, era muy apasionada. Debajo de ese ceñido vestido, llevaba un conjunto de lencería que ninguna de las chicas con las que he estado ha usado nunca. ¡Era como estar con un angel de Victoria Secret!
Y desde luego, no era nada tímida en la cama. Llevaba la iniciativa a todos los niveles. Cogió mi pene y empezó a besarlo, primero lentamente, para luego introducirselo en su boca y practicarme una larga felación, hasta el final, sin que yo tuviera que pedirle nada. Me besaba en la boca, cabalgaba sobre mí, hasta encontrar ella el orgasmo tantas veces como su deseo le dictaba.
Nunca habiá tenido una noche de sexo tan larga, nunca había trabajado sin haber dormido con tanta alegría. El problema que me llevó a Barcelona quedó resuelto al día siguiente.
Pero yo nunca veré con los mismos ojos pasar una noche en una habitación de hotel.